El poder corta y recorta la mala hierba, pero no puede atacar la raíz sin atentar contra su propia vida. Se condena al criminal, y no a la maquina que lo fabrica, como se condena al drogadicto, y no al modelo de vida que crea la necesidad del consuelo químico y su ilusión de fuga. Así, se exonera de responsabilidad a un orden social que arroja cada vez más gente a las calles y a las cárceles, y que genera cada vez más desesperanza y desesperación.
En mayo, CIENVOLANDO presenta:
Eduardo Galeano
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VIGILAR Y PROYECTAR
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